Vota, por favor… si no es por ti, hazlo por los demás
Cada 4 años, o menos, repetimos ese derecho que nos permite depositar a cada uno una papeleta con nuestra elección pero, a veces, dejarnos llevar por lo que leemos por Internet, generalmente mensajes cortos, ideológicamente próximos, hace que tomemos decisiones que pueden no ser las que nos gustaría tomar si tuviéramos mayor conocimiento de las implicaciones que tiene nuestro voto.
Nos quejamos de que los políticos, electos y gobernando, deciden mucho por nosotros sin consultarnos, o incluso deciden en nuestra contra, y resulta que cuando a nosotros se nos consulta, muchos de los que se quejan resulta que se abstienen … o votan blanco …. o votan nulo … o simplemente siguen echando pestes contra el sistema. Puedes querer que tu coche con motor de combustión te lleve lejos, pero si no le echas gasolina no se va a mover, por mucho que te guste el coche eléctrico del vecino, o por mucho que eches pestes sobre las compañías de hidrocarburos, o por mucho que hables de las bondades de un coche nuevo que no tienes, o de un nuevo diseño eficiente que aún está en un tablero de diseño.
Una mayor participación de la sociedad en la elección de sus gobernantes supone una mayor implicación en la política y en la gestión. Decimos ser apolíticos y es posible que algunos lo sean, pero desde el momento en el que nos preocupamos por nuestra calidad de vida y por la de las generaciones que vengan detrás, estamos participando en política. Y ahora tenemos información a nuestro alcance, decenas de propuestas sobre la mesa, ciudadanos como nosotros implicados en llevar adelante un cambio… y … por favor, no sigamos haciendo lo de siempre.
Así, me he propuesto dar mi modesto punto de vista sobre cómo creo que debemos atacar, y con las herramientas que tenemos a mano, desde la democracia, para mejorarla, obviando la mala percepción que tenemos de la política y de nuestro futuro, que pasa por las decisiones que tomamos cada día.
Ojo, esto no pretende ser un documento técnico riguroso con bibliografía y referencias a documentos y estudios serios, sino una charla coloquial en la cual comparto mis ideas contigo para intentar conseguir un poco más de implicación por parte de los que suelen pasar de todo, los que están desencantados, o simplemente para poner un punto de vista distinto sobre los aspectos relacionados con nuestro gobierno, que cada vez más, influye en nuestra vida, nuestra economía, nuestro futuro, y la forma en que nos relacionaremos. Hay conceptos e ideas que se repiten en los diversos planteamientos y situaciones que pongo sobre la mesa, espero no resultar muy repetitivo y siento no haber tenido tiempo para estructurar mejor el artículo, pero se echa el tiempo encima y quiero compartirlo a tiempo:
¿Lo llamamos democracia y no lo es?
Podemos manifestarnos en la calle, escribir nuestras quejas, dar opiniones y expresarnos libremente, pero el sufragio universal es el método que cualquier sociedad democrática avanzada pone a disposición de los ciudadanos mayores de edad para decidir sobre el gobierno que corresponda elegir (local, autonómico, estatal, europeo, etc.). Todo lo demás, el activismo de cada uno, en su día a día, que reflejará el compromiso de cada uno con difundir y plasmar sus ideas en la calle, no dejará de ser una manifestación de la opinión de una parte de la población. Suelo obviar las estadísticas de participantes en manifestaciones, si alguna manifestación supera 200.000 personas ya te dirán que son millones, pero nunca, ni de cerca, los millones de electores censados o votantes que participan en las elecciones, incluso con la mínima participación -o la máxima abstención-.
Además, dichas expresiones en la calle pueden ser, o no, representativas. Pero, además, la opinión en la calle, delante de los amigos en un bar, en una manifestación, en una huelga, es una opinión que se da públicamente, a veces en la inercia de los que nos rodean, o a veces siguiendo a algún líder, o siguiendo la corriente de un movimiento social, o a veces en caliente por una situación de hartazgo.
Todo ello frente a la situación que se presenta al expresarte en conciencia en sobre cerrado en la urna, cuando hemos tomado una decisión más o menos meditada y final. Y sabemos que en los últimos años la proyección de voto no coincide con el voto real final. Esto, seguramente, se deba en algunos casos a que hay quien expresa una cosa públicamente (para proyectar una imagen o sentirse integrado allá donde opine) pero luego, a lo mejor en conciencia -o en inconsciencia-, en su voto privado y secreto, vota otra opción distinta a la que dice defender en púbico, sea por el mal llamado «voto útil» (útil para algunos, no siempre para el sistema, pues yo, por ejemplo, opino que cada voto es útil) o por el voto del miedo (el que se hace irreflexivamente ante la posibilidad de que el posible abanico de partidos elegidos, en base a estadísticas quizás manipuladas o de campañas electorales feroces, lo haga peor).
Así pues, las elecciones son el único sistema actual que garantiza el cómputo de la decisión de los ciudadanos. Y además es el sistema democrático más extendido en los países desarrollados. ¿No es democracia votar o hacerlo con esta ley electoral vigente? Pues a lo mejor no es el mejor sistema, pero las cosas para mejorarlas no se meten en un cajón y se espera que cambien… Para cambiar algo sacamos las herramientas y empezamos a ver qué se puede hacer. Y a ello te animo, a que pongas tu parte para iniciar un cambio si lo que tenemos te parece insuficiente. A mi me parece herramienta suficiente para empezar a usarla y cambiar el sistema. Y partidos que llevan en sus propuestas cambios de los sistema electorales, estatales y europeos.
Consultarnos cada 4 años puede parecer insuficiente
Las elecciones son cada 4 años y, personalmente, me parece un periodo adecuado. Quizás un gobierno local pueda hacer una transición rápida, pero un gobierno estatal puede costar más, ya que antes de las elecciones, y mientras están en funciones hay decisiones que no son aceptables tomarlas. Desde las elecciones y hasta la investidura, y mientras se ponen al día, hay otro periodo inicial de tiempo que se «pierde» en esa transición. Pongamos que en total pueden ser casi 6 meses, es decir, que cada vez que elegimos un gobierno perdemos entre 6 meses y un año de transición. Y, de la misma forma, la inercia de los ayuntamientos, administraciones y demás, también impide que los cambios se reflejen de forma inmediata y que las decisiones y medidas se apliquen y muestren resultados. Además, en cada cambio, se generan nuevas sinergias y se destruyen otras, porque cada gobierno funciona de forma distinta. Así pues… ¿Alguien cree que se podría gobernar seriamente un espacio cualquiera cambiando cada dos por tres a los administradores del mismo? Además, sabemos que somos muchos ciudadanos y muy distintos, así que es imposible esperar nunca que ningún gobernante pueda satisfacer las demandas de todos, pero al final de ese periodo sí que deberíamos ser capaces de estimar si, como poco, ha conseguido gobernar adecuadamente en líneas generales para la mayoría y administrando de la mejor forma posible los recursos y cumpliendo sus promesas, o al menos aquellas que nosotros consideramos prioritarias al darles el voto. Así, 4 años parece un periodo adecuado tanto para el gobernante para demostrar lo que es capaz de realizar con su equipo como para el ciudadano descartar las inercias y saber que las decisiones han sido o no las adecuadas a lo que cada uno esperaba y que, además, se ha reflejado en resultados. Incluso hay tiempo para desdecirse de decisiones equivocadas tomadas al principio de la legislatura.
Sistema de voto en urna parece arcaico u obsoleto
Sobre el sistema electoral de depositar el papel en una urna, puede parecer arcaico, ahora que trabajamos con redes sociales e información en tiempo real, pero lo cierto es que -y trabajo en tecnología y por ello sé que todo lo digital es «manipulable»-. No entraré en detalles, evidentemente hay medios que permitirían que el sistema sea fiable, pero el sistema actual carece de la transparencia que sería necesaria (en nuestros gobernantes y en los sistemas para garantizar plenamente los resultados y su integridad). Desconfío de esos sistemas electrónicos para darles el poder de gobernarnos, por ellos y por nosotros, porque la corrupción y el poder tejen redes invisibles que, en el caso de usar sistemas digitales, sería complejo crearlas, pero también complejo detectarlas si se crearan, por tanto el sistema de acercarnos cada cierto tiempo a depositar una papeleta con el fin de tomar decisiones relevantes también me parece adecuado. Quizás echo de menos encuestas de opinión para pequeñas decisiones, y sondeos, o incluso referendos no vinculantes para planificar decisiones importantes que se podrían votar coincidiendo con futuras elecciones. Pero para que las consultas se soliciten tengo que buscar un partido que lo proponga, y votarles para intentar que lo desarrollen. Puedo entender que las nuevas tecnologías y las redes sociales podrían aportar muchas ventajas a un nuevo modo de aproximarnos a la democracia participativa, pero del mismo modo creo que la banalización del voto y la decisión en caliente podría no obtener los resultados más convenientes para nuestra administración política. Al fin y al cabo somos humanos y a veces nos dejamos llevar demasiado fácilmente por el impulso del momento, más hoy en día que muchos temas son «trending topic» durante periodos muy efímeros, pero cuyas consecuencias podrían ser dañinas a largo plazo. En una cosa sí estoy de acuerdo, en que la creación de un espacio oficial de consulta sobre determinados temas podría ser muy interesante, y lo apoyaría, pero precisamente por exigírsenos con tan poca frecuencia nuestro acercamiento a la urna, en el colegio el día de las elecciones o en la oficina de Correos si es voto por correo, merece la pena que lo sigamos practicando.
El «peso» de cada voto en cada elección puede variar
Sobre nuestro sistema electoral, donde se aplica el Método de D’Hondt, y que hay listas y circunscripciones y porcentajes de corte y pequeñas variaciones en la forma en la que se da valor a cada voto respecto del resultado, pues está claro que es mejorable. Se pueden encontrar páginas webs, blogs y sitios donde se comparan distintos sistemas de cómputo de votos en distintos países y no parece que haya consenso en uno que sea el perfecto. Cada sistema tiene su pega que hace que, en determinadas situaciones, cree conflictos. Es posible que sea mejorable, es posible que se pueda modificar y para ello siempre se puede tomar la decisión, si consideramos que es importante, de votar a un partido que incluya entre sus promesas electorales la de modificar la ley electoral. El tema de la gobernabilidad, las mayorías, la participación, la abstención, puede jugar a favor o en contra de la democracia y del sistema. En todo caso, sigo pensando que tenemos un sistema que sigue dependiendo de nuestro voto, del de la mayoría, que nos podemos sentir más o menos representados, pero que lo que no podemos decir es que no hay opciones para elegir. Criticamos el bipartidismo pero luego nos escudamos en la abstención, la no participación, el voto nulo, el voto blanco o la simple crítica para no poner una parte de nosotros e intentar que el sistema se mueva en dirección al cambio. Nos quejamos de que los políticos deciden mucho por nosotros sin consultarnos, pero cuando se nos consulta nos abstenemos o votamos blanco/nulo por la razón que sea… hay batallas que se ganan en el campo de batalla, pero hay otras que se ganan en la mesa de estrategas.
Fiabilidad y calidad del voto como proyección de nuestros deseos
Si queremos saber exactamente qué es lo que queremos y qué es lo que esperamos como sociedad, hace falta votar. La abstención, el voto blanco o el voto nulo no expresan qué es exactamente lo que sentimos, lo que queremos, a dónde queremos ir o cuáles son nuestras prioridades. Hay muchas personas que usan su derecho al voto blanco, voto nulo, abstención o lo que sea, pero a la hora de la verdad, a la hora de hacer un perfil de lo que queremos como sociedad, resulta que no es vinculante y podemos discutir todos en redes sociales, foros o en la calle pero no dejaremos de ser una muestra puntual y muy limitada dentro de un espacio muy amplio y diverso.
El sistema es el que es, y creo que hay que jugar con las normas establecidas. Para cambiar las normas hay que participar en el sistema o elegir el equipo que creemos que va a formar la mejor alineación. Hasta los más grandes equipos pierden partidos y campeonatos. Del mismo modo hasta los pequeños equipos logran grandes gestas. Pero para que jueguen unos y otros no es una cuestión de presupuestos, o de que sólo haya 3 participantes, sino que hay muchos entre los que elegir y de los votantes depende escoger las alineaciones para que disputen el torneo de la legislatura.
Si quieres mostrar tu descontento con los partidos gobernantes, busca entre los que hay cuál se parece más a ti y vótale. Puede que no haya ninguno que coincida al 100% con tu perfil, pero tendrás tus prioridades y en base a esas prioridades puedes ejercer el derecho a votar un partido que las represente. Podrás seguir quejándote igual de la sociedad, manifestándote, criticando lo existente, pero al menos habrás puesto tu grano de arena por el cambio en lo que consideras esencial.
Si desconfías del sistema, a lo mejor Escaños en Blanco, o similar, puede dejar más claro el motivo de tu descontento que simplemente quedarte en casa y no votar. Esto además, permite que los demás ciudadanos sepamos que existes, sepamos que sientes, sepamos que quieres -o no- cambiar algo y qué es eso que quieres cambiar. Si no votas no sabemos si es por descontento, porque te da igual que gobierne PP o PSOE o cualquier partido que obtenga representación. Y, aunque más complejo, si realmente crees que esto todo es una mierda, tírate al suelo, grita y patalea, pero no te quejes de que todo sigue igual…
Puedes ser muy bueno haciendo malabares con palillos de dientes, pero si quieres ganar un torneo de fútbol tienes que jugar al fútbol con equipo. Lo que no podemos pretender es que unos pocos quieran acabar con el sistema sin antes intentar cambiar las cosas a través de él.
Repito, para saber realmente qué queremos como colectivo que compartimos un espacio geográfico, cultural, social y económico, primero tenemos que votar o elegir a nuestros representantes y con esa elección dejaremos claro, por sus colores, o ideologías, o por sus proyectos, qué es lo que esperamos de nosotros mismos. Si casi la mitad de nosotros no expresamos claramente nuestro voto, difícilmente vamos a convencer a la otra mitad, generalmente una mayoría, que las cosas van mal. Como mucho podremos expresar un descontento, pero un descontento, una crítica, sin alternativa, sin construir y fundar una idea de futuro, es nada.
Podemos, para elegir un partido a quienes votar, por ejemplo, asignar puntos o valores a cosas que creemos que se pueden cambiar, dando un valor más alto cuanto más prioritario nos parece, ver los programas electorales de los partidos que se presentan a las elecciones que correspondan y sumar dichos valores según su programa. El que más puntos obtenga debería ser quien mejor nos represente y así le votaremos. No importa en este momento que salga o no elegido… hemos dado el primer paso de valorar el programa frente a las siglas. Por otro lado, estoy suponiendo que lo que crees que se debe valorar como prioritario no está en el programa de los principales partidos, o si lo está ya sabes que no lo cumplen y, por tanto, se le descalifica como candidato. Del mismo modo comprendo que es difícil con un único voto en un periodo de 4 años dar valor a todo lo que con él entregas, pero también cuento que delegamos la gestión en un grupo/partido/persona para que haga lo que creemos que mejor nos conviene. Podríamos votar a personas o a listas abiertas, pero ese es otro parámetro que hay que evaluar.
Guarda el programa del partido votado y comprueba al cabo de 4 años cuánto, de lo que para ti era prioritario, han conseguido.
En el peor de los casos haz un «pito-pito gorgorito…» y elige una papeleta al azar descartando las que nunca votarías…
Listas cerradas frente a listas abiertas, votar al partido frente a votar al individuo
Sabemos que actualmente, salvo en las elecciones al Senado, generalmente votamos a listas cerradas que hacen los partidos. Votamos a un grupo completo depositando una papeleta de una candidatura elaborada por cada partido y por orden de candidato de forma que si un partido consigue 4 escaños el primero de la lista es el primer elegido y el último que obtiene su acta para representarnos es el cuarto de la lista. Algunos pedimos listas abiertas, que seguirían siendo listas elaboradas por los partidos pero donde no hay una correlación entre el número de escaños obtenidos y el orden que ocupan los candidatos en la lista.
El ejemplo del senado, aunque es un voto complejo por tanto que supone marcar en una sola hoja donde están presentes todos los posibles candidatos de todos los posibles partidos que se presentan por la circunscripción por la que votas, te permite al menos marcar aquellas personas que te inspiren confianza y a los que quieras otorgar tu representatividad. Puedes marcar ninguno, uno, dos o varios y pueden ser de ninguno, uno, o incluso varios partidos. Esto es desconocido para muchos pero yo, por ejemplo, en las últimas generales, voté a tres partidos distintos marcando al primero de cada una de sus candidaturas ya que podías votar como máximo a 3 candidatos.
Las listas abiertas permiten a los partidos presentar un equipo pero también permite a los electores elegir quiénes quieren que les representen y el acta de representante lo obtiene cada candidato en función de los votos recibidos, no en función del orden que ocupen en la lista ni del número de representantes que obtenga el partido.
Por otro lado, tenemos que entender que la gobernabilidad política de casi cualquier ámbito se consigue a través de un equipo, con un cabeza y unos auxiliares. En la administración local el cabeza es el alcalde y los auxiliares son los concejales. En el estado serían el presidente del gobierno y los auxiliares serían sus ministros (ya sé que los ministros no tienen por qué ser cargos electos, es un ejemplo). Luego están cargos políticos como asesores, directores, secretarios y otros cargos de confianza que nombran para aspectos organizativos y técnicos y bajo todo ello están los funcionarios que se encargan de permanecer en la administración gestionando toda la máquina.
Es difícil hacer práctico, como algunos creen, que un individuo puede gestionar toda la cadena organizativa de un gran gobierno. Quizás sí un gobierno local de un pequeño ayuntamiento, pero no mucho más allá. Es por eso que hay que entender las listas cerradas como equipos de confianza cuya responsabilidad por graves errores, corrupción, o en general el mal funcionamiento, por la propia mecánica de las listas cerradas, puede atribuirse al cabeza de lista. Aquí, cuanto más subimos a gobiernos más amplios a nivel estatal o europeo se cierra más el compromiso de los representantes elegidos con el partido y, con ello, el cumplir con decisiones que el partido toma en su línea ideológica frente a decisiones que a veces podría tomar el individuo en conciencia. No obstante podría ocurrir lo contrario, que el partido marque una línea ideológica que el individuo, en ciertas circunstancias, esté dispuesto a romper en beneficio propio. Es por ello que las listas cerradas se entienden como un voto dirigido a una opción política e ideológica que está por encima de las iniciativas individualistas, en beneficio del colectivo que les elige por dicha ideología y en contraposición con las iniciativas individuales.
¿Se podría gobernar sin un equipo? ¿Puede una persona a cualquier nivel controlar todo lo que ocurre a su alrededor? A falta de un sistema de listas abiertas, la lista cerrada no es la mejor opción pero sí que permite elegir a un equipo y premiarles, o castigarles, en su conjunto evaluando el resultado al finalizar el periodo de gobierno. ¿Puede una persona conocer cuánto ocurre a su alrededor en un gobierno con carteras y responsables con muchos directores que no son personas de su confianza o elegidas en su misma lista? ¿Podrían gobernar por ejemplo dos candidatos, uno oposición del otro, que ambos hubieran sido elegidos uno como presidente y otro como vicepresidente? Parece complicado. En esta dinámica la lista cerrada abre muchos frentes en la limitación del derecho que consideramos tener a vetar candidatos concretos de una lista pero también abre la facilidad a la gobernabilidad de un equipo que consiga la suficiente mayoría.
Hay muchas posibilidades para establecer un sistema que sea proporcional, funcional y justo, por ejemplo las candidaturas podrían ser listas abiertas por partido, de modo que se podrían votar independientemente a los candidatos propuestos por cada partido de forma que el electorado pudiera eliminar de una lista aquellos que no le representen en el partido con el que más se identifican, pero de nuevo complicaríamos el sistema electoral y el recuento.
Es complicado encontrar una opción que pueda satisfacer a todos, pero sí se pueden modificar los porcentajes mínimos que deben obtener las candidaturas para optar a representación, o incluso modificar las circunscripciones o muchos parámetros que influyen. Lo que sí quiero que se entienda es que la imperfección del sistema actual no justifica que alguien deje de votar, o vote en blanco o vote nulo porque no sienta que el sistema es el óptimo, porque optimizarlo es más complejo de lo que nos parece a simple vista.
El Voto en blanco o Escaños en Blanco
Un voto blanco puede ser que demuestre un descontento con el sistema, pero favorece a los partidos más votados y, de nuevo, desprecia a quienes -motivados por ideas de cambio- constituyen un partido político y presentan su alternativa, pero no se les otorga la merecida confianza por parte del electorado. Decimos que nos gustaría que esto cambie, o mostramos un inconformismo con la actual sociedad y la política, pero muchos se quedan en casa convencidos de que no va a cambiar. El cambio debe empezar por nosotros mismos, somos los que tenemos que poner cada uno su granito para que en un plazo más o menos corto o medio podamos observar cambios en el sistema. Cada voto cuenta. Cuando dejamos de votar, votamos blanco, nulo, o lo que no sea participar de forma activa, estamos enviando un mensaje de que nos da igual lo que pase. Si estás presenciando un accidente y pasas de largo, o miras para otro lado, nunca sabrás si tu intervención -o la de todos los que creen como tú que el sistema no tiene solución- podría hacer que algo cambiara. Es más, estás imprimiendo mayor desánimo ante otros que pueden pensar de ese modo.
Yo no soy partidario del voto en blanco, no al menos cuando existen muchas alternativas, y por ejemplo estas elecciones europeas que se celebran en los próximos días, demuestran que hay muchas opciones donde elegir. El voto en blanco ha sido un recurso muy válido cuando había un puñado de partidos que se contaban con los dedos de una mano,
Escaños en Blanco (EEB) es la opción más admisible entre las tres opciones de no participar (voto blanco, nulo, abstención), votar a escaños en blanco, o votar a cualquier otro partido. No obstante, si bien representan la filosofía de opinar que el sistema no nos gusta y así lo represento en mi voto escogiendo una opción que me representa pero no me va a representar en tanto que no van a tomar decisiones, deslegitima a otras opciones nacientes que surgen de movimientos que pretenden cambiar algo las cosas, seguro que algunos por interés y beneficio propio, pero seguro que hay otras opciones que son personas como nosotros, con convicciones de que hay que cambiar el sistema desde dentro pero a las que, dejando que los demás hagan y deshagan, dejamos de darle la oportunidad de demostrar que pueden suponer un cambio.
La abstención
No ir a votar el día de las elecciones tampoco demuestra nada, salvo quizás una falta de conciencia cívica o de sentido de la democracia. Además, una persona que no ha participado en la democracia con su voto, incluso aunque no haya su opción o no se sienta representado, difícilmente puede tener argumentos para pedir a otros que cumplan cualquier tipo de compromiso con la sociedad porque en este barco vamos todos. Todos tenemos nuestra función, y cada granito cuenta. Incluso para decirles a los políticos que no se está contento con lo que están haciendo. Si no se puede ir ese día o se duda, se vota por correo. Pero para cambiar la dirección en la que algo se mueve la única opción es que todos empujemos de alguna forma, y nunca en contra. Por tanto, dejar de votar por descontento o por la razón que sea no hace más que de nuevo reforzar que el sistema siga funcionando como está, o que reviente, pero dudo que a pocos de nosotros nos interesa que el sistema reviente. Lo que nos interesa es purgarlo o limpiarlo. Si la gasolina está sucia, o el aceite está quemado, no hay otra forma de mantener el coche funcionando que purgarlo. No tenemos otro coche ni capacidad para comprar uno nuevo, y necesitamos que funcione para que todos lleguemos a donde queremos.
Está claro que la abstención es un derecho. Está claro que votar nulo o blanco puede ser un derecho. Está claro que cada uno puede demostrar su forma de cambiar el mundo a su manera. Pero si queremos hacer un cambio de verdad debemos unirnos, y eso incluye que quienes desconfían del sistema, quienes buscan otras cosas, ayuden a los que queremos cambiar el sistema desde dentro. Sólo de esa manera podremos conseguir dar valor a los votos y a los proyectos. Para poner un ejemplo, si en mi comunidad de propietarios se toman decisiones y yo no asisto ni participo, da igual la corrupción que haya, da igual las decisiones que se tomen, da igual lo que yo critique o no a lo que se hace… el resultado es que la mayoría que participa no sólo decide sino que las decisiones son soberanas. Para que algo cambie, yo debo ir y proponerlo, y reflejar mi propuesta, o presentarme yo mismo. Si sólo critico el sistema y espero que cambie sólo va a ser difícil que lo haga. Si espero cambiarlo desde fuera, sólo una revolución, una guerra o un cataclismo lo cambiaría, y la verdad es que, creo, ya no estamos en tiempos de revoluciones bélicas ni de beligerancia sino en tiempo de votar y decidir nuestro futuro igual que twiteamos o posteamos cada día en redes y foros.
Votar a terceras opciones, a partidos sin representación
Un voto que emitimos y que pasamos de un partido grande «tradicional» a otro medio «emergente» no es un voto que pierde ese partido sino realmente es como si perdiera 2, el que ha dejado de votarle y el que gana el nuevo partido. Es decir, un partido A que tiene 100 votos y un partido B que tiene 10 electores, es decir, 90 votos de diferencia, si un votante del A decide votar al otro partido resulta en un 99 a 11, es decir, una diferencia de 88 enteros, es decir, que la migración del voto a una alternativa «vale doble» que simplemente votar nulo, no votar o votar blanco. No es estrictamente así, pero es para que se entienda un poco la filosofía de que el voto vale más de lo que pensamos y de que con pequeños pasos vamos haciendo un camino.
El voto útil, como les gusta llamar a los grandes a ese voto que consiguen asimilar a sus electores no es tal porque si tienes dudas, si no estás contento con las opciones gobernantes o con quienes creen que pueden obtener representación no es más que acudir a la psicología para al final conseguir que los indecisos sigan sin abrir el voto a terceros partidos que pueden presentar nuevas opciones, nuevas formas de gobierno, nuevas perspectivas, etc. A mi no me importa actualmente que mi voto no se transforme en un representante, ya que al fin y al cabo la mayor parte de las veces en las que se ha convertido ha resultado que el representante elegido no ha sabido representar mis ideas, así, he optado por votar a terceras opciones por varias razones: en primer lugar porque quiero poder criticar a los gobiernos participando de la democracia; en segundo lugar porque no es tan importante que me gobiernen personas que no me representan como aportar mi grano para intentar generar una tendencia en la que se premie a quienes presentan nuevas opciones; y por último, porque creo que las elecciones son la verdadera fórmula para tomar las decisiones serias sobre nuestro futuro.
Al no dar espacio a los partidos pequeños con nuestro voto, les quitamos también la posibilidad de tener una voz. Los espacios publicitarios electorales o los fondos que reciben se reparten en función de los resultados obtenidos en anteriores elecciones o incluso en aquellas en las que participan. Cada voto que les damos supone una pequeña ayuda para que les sea más fácil hacerse oír y salir adelante.
El voto de la loncha de chorizo como una falta de respeto a los demás votantes, a la mesa electoral, y hasta a familias en crisis
Un voto depositado en la urna el día de las elecciones es una opinión que cuenta. Es habitual ver en los recuentos de los sufragios papeletas nulas cuyo contenido son mensajes soeces y todo tipo de productos y regalos como lonchas de chorizo o similares. La anécdota pasa a convertirse en un serio problema ya que son votos perdidos. Básicamente esos votos no muestran nada, salvo la desagradable labor de a veces mancharse las manos los responsables del recuento en la mesa. No figuran en ninguna estadística, no aportan nada a la democracia, y de nuevo es una falta de respeto… todo eso sin contar que todas esas lonchas reunidas podrían dar de comer a personas que están pasando hambre… mientras tanto el graciosete de turno usa la comida para nada.
Sin embargo, ya que te has tomado el trabajo de prepararte una loncha de algo, poco menos te costaba haber depositado una papeleta de alguno de esos partidos de personas como tú y yo que se han comprometido a intentar sacar adelante otra alternativa, mostrándoles tu respeto y tu confianza. Haz que merezca la pena que otros ciudadanos se ofrezcan a participar del gobierno democrático. Haz que tu voto valga… y si quieres regalar lonchas de chorizo, acércate a un albergue y les entregas un cuarto de chorizo en lonchas, 3 barras de pan, y les dices que es tu aportación a la mejora de esta sociedad… luego si quieres adjuntas una nota para que la pongan en su tablón de anuncios del estilo «Seré feliz el día que los chorizos gobiernen sólo en nuestro paladar y no en nuestra sociedad».
Diferentes ámbitos representativos necesitan diferentes aproximaciones al voto
Una de las cosas que elecciones municipales, autonómicas, generales o europeas tienen es que votamos cosas distintas, y a veces las normas son distintas, por ejemplo cambian las circunscripciones, los votos necesarios para conseguir un representante, las candidaturas, etc. Está claro que el proyecto influye, y que votas en parte a una ideología, pero no influye de la misma forma una ideología a nivel europeo, que estatal, que local. Fuera de todo esto, lo que yo suelo evaluar es en el caso de municipales y autonómicas, suele ser el voto a la persona. En las locales, por supuesto, el importante es el candidato. Es posible que el partido marque unas directrices ideológicas en cuanto a los objetivos a conseguir, pero al final, dentro de los marcos económico, social, cultural, etc. locales, los efectos que tienen las decisiones que se toman en cada pequeña decisión te afectan directamente en el día a día. Y la persona, el cabeza de lista, es el principal gestor que vas a tener al frente de lo que vas a ver cada día cuando salgas a la calle. Si además se rodea de un buen equipo, pues mejor.
A nivel estatal quizás hay que valorar menos a la persona, porque aunque tenga capacidad de decisión, el equipo es más importante, pero lo que sí es real es que la ideología y el programa electoral van a marcar las normativas y dinámicas que se van a imponer en la sociedad, desde las líneas educativas, sanitarias, económicas, sociales, etc hasta la participación de nuestro estado en el marco internacional.
Incluso los programas electorales son distintos pues los programas locales suelen definir actuaciones concretas mientras los programas de gobierno de ámbitos superiores suelen definir más líneas de trabajo que actuaciones puntuales y concretas.
Leer los programas electorales suele ser complejo y más si lo tenemos que hacer con todos los partidos que se presentan, pero a veces es un buen ejercicio que nos puede ayudar a saber qué podemos esperar de ese partido.
Debemos implicarnos en la política 2.0. Nosotros, la mayoría, los ciudadanos, somos los que votamos.
Las redes sociales están bien, pero que la gente le pinche en «Me gusta» o reenvíe tus mensajes a terceros no va a conseguir que la gente entre en el fondo de lo que está pasando. La gente se quedará con el titular y a la hora de votar acabará haciendo lo de siempre. Hay que retomar la discusión alrededor de la mesa, la discusión en foros, ir al fondo de la cuestión, ir a los detalles y discutir las diferencias, hacer propuestas y concienciar a la gente de que vote lo que vote, que piense que somos nosotros los que tenemos que cambiar el mundo, los que están dirigiendo esto no lo van a hacer. Tenemos mucha oferta de gente nueva dispuesta a sacar adelante proyectos que nos parecen interesantes. Demos a conocer esos proyectos, esos programas electorales, pidamos objetivos, pidamos plazos, pidamos medidas generales al estado y concretemos los detalles de las administraciones locales. Evaluemos los resultados en el periodo de elecciones, en un sistema continuo, no sólo el de los últimos 12 meses, esas decisiones populistas de las fechas previas a la campaña electoral, sino a lo que han hecho desde el primer día al último y cojamos la balanza al final del periodo y evaluemos si vuelven a merecer nuestro voto o si es mejor que le demos confianza a otro candidato.
El concepto del voto útil
Gracias a las estadísticas y encuestas electorales, que siempre aproximan como ganador a uno de los principales de siempre, los grandes partidos aprovechan siempre los cartuchos del último momento de apelar al famoso «Voto útil». ¿Qué es el voto útil? Pues es meter el miedo a la gente para que en el último momento apueste a alguno de los principales y así reducir la ventaja sobre la oposición. Es cierto que, ante la imposibilidad de que un único «partido» gobierne asignando cargos de responsabilidad a los objetivamente más capacitados para el mismo, un sistema basado en dos partidos alternándose en el poder es el ideal, simplemente por cuestión de gobernabilidad.
¿Y si mi candidato no sale elegido?
Bueno, piensa en que has puesto un granito de arena, y has empezado un camino y todos los trayectos empiezan con el primer paso. Si consigues que unos cuantos de los que te rodean hagan como tú, lo que se iría consiguiendo es el dar valor al voto, algo hoy en día muy devaluado, y por ello crea tanta desesperanza… No importa que tu candidato no salga elegido… cada voto que recibe un partido minoritario se convierte en un aplauso y un poco de aliento para que siga presentándose a intentar mejorar el mundo. Es posible que en una o dos elecciones no consigamos un cambio. Antes los cambios drásticos se conseguían con guerras, pero las guerras ya no son la solución, ahora lo que tenemos que conseguir es cambiar nuestro chip. Tenemos que conseguir ver de otro modo el valor del voto. Y el voto no es sólo para que un partido gobierne, sino para que esto funcione. Cada voto es un compromiso de un ciudadano por el cambio. Cada voto en la urna es una opinión de que alguien debe seguir intentando hacerse un hueco. Cada apoyo que recibe un partido y que antes no tenía es una voz que se alza y le dice a los demás que así no nos gusta que nos gobiernen y que estamos buscando una alternativa. Cada voto que se deposita en un nuevo partido es un poco de aceite que echamos al sistema electoral. Primero hagamos que esto se mueva y por el camino iremos seleccionando en qué engranaje confiamos más para seguir aplicando nuestra fuerza. Para movernos necesitamos fuerza, que imprima aceleración… una vez que el cambio del sistema esté en marcha buscaremos cómo ir corrigiendo su funcionamiento para que coja la dirección y sentidos adecuados a nuestra meta.
Pero un gobierno de muchos ¿es funcional?
El gobierno nacido por coalición postelectoral tiende a ser autodestructivo ya que a medida que avanza la legislatura cada partido intenta ponerse las medallas para ganar «popularidad» a sus compañeros de coalición y así, en las siguientes elecciones, obtener mayor representación.
El que el poder esté concentrado en uno o dos partidos mayoritarios es el juego con el que juegan ahora los grandes partidos. La base del bipartidismo actual es que consideran que sólo hay dos opciones y que para gobernar simplemente hay que esperar que el otro lo haga mal. Básicamente lo que llevan adelante no es un programa electoral basado en la realidad cambiante y adaptada a una mayoría de ciudadanos, sino protegiendo sus intereses partidistas y confiando en que su amplio y fiel electorado les va a refrendar hagan lo que hagan. Al fin y al cabo es normal que haya un pequeño giro de estar en oposición y denostar al partido gobernante defendiendo a su electorado frente a gobernar para todos, donde hay que tomar decisiones que son muy fáciles cuando digamos lo que digamos no se va a concretar en medidas. Pero una cosa es que un gobierno prometa un programa electoral y haya medidas que no se puedan consensuar o realizar y otra cosa bien distinta es gobernar muchas veces sin sentido común y en favor de pequeños sectores y en contra de ciudadanos.
Pero… nosotros… ¿qué queremos? ¿Un partido que gobierne a su manera como una apisonadora protegiendo sus amigos, sus compañeros, sus lobbies?… o … ¿quizás queremos algún partido que desarrolle su programa político y lleve adelante algunas reformas, ese que premiamos según nuestros baremos?
Hay pocos ejemplos, pero hay algunos de varios pequeños partidos que se han entendido en coalición y han gobernado porque han sabido repartirse la responsabilidad de gobernar para todos y escuchar a los ciudadanos. Con el tiempo suelen tener fricciones, pero también es cierto que van perfilando sus intenciones y aproximándose al electorado o bien se unen en coaliciones electorales.
Y si no se entienden entre ellos, pues no pasa nada, en esa situación ya estamos. Los que gobiernan no se entienden con la oposición y cada uno de ellos, cuando gobierna, hace casi lo mismo que el otro hacía cuando gobernaba y lo mismo que en su momento criticaba.
Eso sí, creo que es importante resaltar que si varios partidos empiezan a entrar en la representación del panorama político quiere decir que nuestro voto empieza a coger valor y, en consecuencia, será más fácil que la política se interese más por ganarse a los electores que por hacer lo de siempre basados en los votos de siempre. Luego ya iremos nosotros hilando más fino en cada posterior proceso electoral.
Mayorías compuestas. Otro de los problemas de votar a los pequeños y en el caso ideal de que se obtuviera un panorama variado de opciones que se pudieran combinar para alcanzar el gobierno. Reparto de poderes o responsabilidades. No es tan importante en el objetivo de votar a terceras opciones el conseguir la gobernabilidad como el recuperar el valor del voto, el compromiso de los votantes, la traslación del voto a consecución de objetivos del programa electoral.
La campaña electoral
Los aspirantes, los medios de comunicación, los partidos, los encargados de las campañas y marketing, los publicistas y todos aquellos involucrados en llevar una imagen positiva de cada partido al electorado a medida que se aproximan las fechas, es habitual que pongan toda la carne en el asador en las semanas previas a las elecciones. Una opción para no dejarse influenciar por esta campaña o pre-campaña es solicitar el voto por correo lo antes posible y enviarlo tan pronto como sea posible. De esta forma podemos valorar nuestra experiencia en los últimos años con el gobernante actual, o con las alternativas, sin ser machacados por esa guerra de que el otro lo hace peor, o que si el voto útil o que si el voto que obtenga representatividad, etc. Tu voto es tu voto, que no te lo quiten o que no te lo cambien. Si lo que quieres es ser un poco objetivo para la selección de tu papeleta debería bastar con visitar las webs de los partidos y consultar sus programas. Buscas un poco y debates con los amigos algunos de los asuntos que veas en los programas que te resulten de interés. Todo ello sin estar inmerso en la vorágine de la campaña en la que se destacan los actos de los principales partidos mientras que los partidos minoritarios no reciben casi tratamiento y el tsunami de bipartidismo puede confundirte o incluso convencerte de que realmente no tiene sentido votar a otro que no sean los que salen en los medios de comunicación.
No voto porque no sé a quién votar y no quiero votar al tuntún
Hoy en día puedes encontrar blogs y web que te permiten hacerte una idea de las generalidades de los partidos que se presentan a las elecciones. Si no quieres recorrer las webs de cada partido para recabar información, hay herramientas online, por ejemplo para las europeas de esta semana hay un sistema de preguntas que te posiciona frente a los principales partidos, pero que deja a muchos pequeños al margen… puede ser un buen comienzo si lo que te preocupa es que tu voto se convierta en un partido representado. EuVox2014, por ejemplo, sirve para conocer posturas de partidos según algunos temas. Recordemos que tras los grandes hay segundas opciones que merecen una oportunidad. Te pasas mucho tiempo discutiendo lo mal que lo hacen quienes nos gobiernan pero luego no eres capaz de dedicar una o dos horas cada 4 años a meditar tu voto investigando qué plantean quienes se presentan… y aunque no los creas a ninguno porque no te guste la política ¿Tampoco te planteas dar una oportunidad a quienes se esfuerzan por intentar cambiar algo?
Hay una opción que pocos usan y que los medios actuales permiten. Puedes consultar al candidato o al partido que creas conveniente y así conocer la implicación de los mismos en nuestros objetivos personales. Además, nos permite obtener compromisos en temas importantes para nosotros. También sirve a veces para tener un contacto directo con los candidatos e incluso es posible que el hecho de que te oigan y respondan a tus preguntas, que en campaña pre-electoral es más fácil que durante el resto del tiempo, y de esa forma también es posible que descartes a quien no te responde o bien no se compromete con tus inquietudes.
¿Y si todo falla y volvemos al bipartidismo?
Yo creo que si hay demanda tiene que haber oferta de partidos, y de políticos, y de personas que quieran que esto funcione. Pero si todo falla volveremos a estar como estamos, que no sé si es mejor o peor, pero al menos hemos probado las otras alternativas y habrán pasado unos años en los que habremos aprendido, seguro, muchas cosas y, cuando menos, habremos hecho cada uno lo posible para dejarles un mejor futuro a las generaciones venideras. Por lo menos habremos abierto la mente para considerar que los votos no son sólo rojos o azules, sino que hay mucho más abanico. No sólo eso, habremos demostrado, que no lo estamos haciendo, que realmente queremos un cambio. Y si ese cambio no se consigue y resulta que quedara demostrado que sólo un par de partidos o agrupaciones electorales pueden hacer que esto funcione, pues espero que hayamos aprendido algo… cuando menos que el voto tiene un valor que no es despreciable y que ese desprecio no empieza en nosotros y no acaba en los partidos.
El poder corrompe, salvo en muy raras excepciones
El poder corrompe. Los que hemos tenido alguna experiencia, no exactamente como políticos pero sí en contacto directo con políticos que prometían, hemos podido comprobar que, en general, el comportamiento no es el mismo cuando no se tiene el poder de gobernar y decidir que cuando se tiene. Es evidente, cuando gobiernas lo haces para los tuyos, pero si eres inteligente, también lo haces para los demás. Se trata de gobernar para todos, excepto que no seas honesto o corrupto que tomas medidas populares pero mantienes a tus amigos en los puestos de confianza sin valorar objetivamente el trabajo de todo el conjunto.
En general, a todos los niveles, no sólo políticos, los responsables de gestión, administración, intervención, auditoría, etc, deberían rotar en ciclos de unos 8 a 10 años como máximo para evitar que la normalización de las malas conductas y la habitualidad de la dejadez de funciones, o la corrupción en general, pueda asentarse en el sistema.
Es posible que algún gobernante sea incorruptible, pero seguro que muchos otros lo serán, minando la integridad del sistema y afectando a la credibilidad del mismo. Más aún, es posible que personas con intereses personales o partidistas, en base a actitudes poco éticas, pueda ir más allá de lo razonable e inventar rumores o situaciones que pueden hacerte dudar de la transparencia o integridad de nuestro gobierno o del sistema, y nosotros, como sociedad, estaremos encantados de asimilarlo sin ponerlo en duda.
Para finalizar…
Conclusiones
Las probabilidades de que se produzca una modificación del sistema electoral español
son escasas o nulas. Los dos partidos con capacidad para emprender una reforma de
estas características no tienen incentivos para hacerlo, puesto que gracias al sistema
electoral reciben más escaños de los que les corresponderían en virtud del porcentaje de
voto que obtienen. En cambio, los terceros partidos de ámbito nacional, que son las
fuerzas políticas que han resultado más perjudicadas a lo largo de la historia por las
reglas electorales vigentes, no tienen actualmente la suficiente fuerza parlamentaria para
forzar un cambio de estas características. Además, existe un aparente consenso tanto a
nivel de elites como en la opinión pública de que el sistema electoral actual ha
funcionado razonablemente bien, evitando una excesiva fragmentación del sistema de
partidos y fomentando la conformación de gobiernos estables y duraderos.
[…]
Y otros recursos curiosos (no son todos los que están ni están todos los que son):
Vídeo: «Odio las mates 27: Elecciones»
https://www.youtube.com/watch?v=YXexRz4FqfM
La Junta Electoral prohíbe a la UE que inste a votar:
http://www.elmundo.es/espana/2014/05/12/536feb8bca4741b26c8b4573.html
Vídeos de campaña de las europeas 2014:
http://www.huffingtonpost.es/2014/05/22/video-elecciones-europeas_n_5372968.html
Tú puedes decidir quién dirige Europa (Campaña oficial Parlamento Europeo):
https://www.youtube.com/watch?v=4jaEJELBqP8
Un simulador muestra el error de no votar:
http://www.rastersoft.com/elecciones_europeas_2009.html
bicho raro 15:49 el 23 mayo 2014 Enlace permanente |
Comparativa de programas e info adicional…
http://euroelecciones.infolibre.es/