Loterías y el racionalismo estadístico

Leo estos días numerosos comentarios sobre lo irracional que les resulta a algunos participar en la lotería, por tradición, por superstición o por lo que sea.

Vamos a descartar el juego cuando se trata de simple ludopatía, personas que juegan cantidades elevadas de dinero, en muchos casos que son precisas para sus necesidades básicas, y que exceden lo razonable.

Se comenta, en base a la estadística y probabilidad, que es poco sensato jugar a la lotería, porque la probabilidad de obtener el Gordo en la Lotería de Nvaidad, por ejemplo, es de 1 entre 100.000, o de obtener un premio importante es de 1,3 entre 10.000, o de obtener una pedrea de unos 18 entre 1.000 , o de recuperar lo jugado que es de 1 entre 10… Y se ridiculiza a quienes juegan por participar soñando con un premio que coincida con su fecha de nacimiento, su código postal o un «número bonito».

La probabilidad de morir para cada uno de nosotros es del 100% desde el momento en el que nacemos, sin embargo pasamos toda la vida disfrutando de cada minuto de nuestra vida. No se nos ocurre pensar de lo inútil que es el resultado de la vida de muchos de nosotros que pasaremos sin pena ni gloria y al cabo de unos años no seremos nada. Algunos optarán a escribir un capítulo de la Historia y serán recordados, y dejarán su huella en la humanidad. Cada uno, a su manera, imprime con su vida algo en los demás, en los que nos rodean, recordamos a nuestros antepasados y esperamos dejar algo a nuestros hijos… y olvidamos que la estadística dice que dejaremos la vida más o menos tarde.

Cuando nos casamos, cuando trabajamos, cuando desarrollamos actividades, siempre desafiamos a la estadística, a las matemáticas, a la razón, y nos importa un bledo. Por suerte la mayoría de la gente no se postula contra todo este proceso y deja que cada uno decida qué quiere hacer con su vida.

Esto cambia cuando se trata de jugar 20 euros a un décimo, donde algunos sacan de conocimientos matemáticos y vienen a intentar destrozar la ilusión con la que algunos juegan a estos juegos. No voy a defender ni atacar a unos y otros, pero si bien admito que cada uno argumente a favor y en contra, lo que me parece criticable es que los estadistas quiten a los participantes su parte de inteligencia con frases como «ignorancia matemática de la población española», o «incultura matemática«, u otros muchos que se pueden leer, cada día más. Hay hasta quienes aprovechando la estadística la manipulan hasta llevarla a su campo, haciendo un completo estudio estadístico de las probabilidades de premio en Lotería y comparándolo con el premio seguro que supone el paro actual y futuro en el campo del profesional matemático estadístico, eso sí, obviando otros parámetros como la capacidad de cada uno para el cálculo matemático, el tiempo e inversión que supone estudiar la carrera, y la nula garantía que existe de que una vez acabado el proceso se obtenga dicho premio.

Efectivamente la lotería es una cuestión de estadística, pero no lo es más que la bolsa, o cualquier inversión, y sin embargo no se ve a los estadistas llamando «ignorantes matemáticos» a quienes han optado por invertir sus fondos en valores bursátiles o paquetes financieros en vez de optar por las rentas seguras.

Tampoco se valora que seguro que muchos de estos matemáticos y racionalistas, sensatos y racionales, reflexivos y juiciosos, cuerdos y fundados, y en general personas que apuran la lógica hasta el extremo de dejar de valorar otros aspectos que no tienen por qué descartar su peso porque para ellos no es válido.

Como dije antes, todos tenemos la seguridad de morir, es decir, la máxima probabilidad de recibir dicho premio, y pocos podrán hacer que la muerte sea un simple salto que les permita dejar huella. Durante toda nuestra vida explotamos cada minuto y cada segundo y pagamos por ello con nuestro tiempo.

Para algunos, la lotería es una ilusión que nace cuando se compra, y dura hasta el día del sorteo. Durante ese tiempo disfrutas de tus sueños como e que saborea su cerveza lo hace en la barra de un bar o en la mesa de una terraza… me compraré esto, haré aquello, me iré de viaje a allí y allá… en cierto modo es como un pequeño colocón que disfrutas con salud y en la mayor parte de las veces deseando que si hay premio lo compartes con los más allegados.

Que el número sea feo o bonito para alguno es criterio tan válido como que tú quieres a tu pareja o te guste más o menos… ¿Te parecería bien que un matemático te dijera que tu mujer  es tan guapa o tan fea como la media o que tienes la misma probabilidad de tener descendencia con una guapa sana que con una fea sana y que la belleza no justifica tus aspiraciones a alguien que te guste si la descendencia es el objetivo que buscas en tu vida? Si yo busco una pareja con quien esté a gusto yo decido y yo impongo mi criterio, y lo mismo cuando compro un décimo. No pretendo aplicar la estadística, pero quizás sí soñar que la fecha de nacimiento marca algo especial para mi y lo uso como criterio para decidir el décimo que compro.

Así bien, señores, no hace falta que ustedes vengan con la estadística a llamar ignorantes a la gente que busca disfrutar una vez al año de un sueño, de ese subidón que te da el pensar durante unos días que lo que has comprado puede cambiar tu vida.  Lo que algunos tenemos claro es que la posibilidad de que un décimo nos aporte un cambio en nuestras vidas a un precio razonable, es mayor que la esperanza de que trabajar todos y cada uno de los días de nuestra vida nos permita disfrutar de un premio semejante.

Yo, cuando le veo a usted tomando una cerveza en una terraza, no voy a contarle que si guardara usted el dinero que se gasta en las cervezas que se toma en su vida tendría usted un premio seguro, porque pienso que usted de alguna forma recibe algo a cambio de saborear dicho producto, al igual que algunos a cambio recibimos ilusión, recibimos sueños y compartimos mentalmente con nuestros allegados aquello que usted no es capaz de entender porque no valoramos igual usted y yo la forma en la que disfrutamos aquello que pagamos y en lo que decidimos gastarnos el dinero, sea una cerveza, una entrada de cine, una prenda de ropa, un viaje, o una participación o décimo de lotería.

Y en este día, yo les deseo una Feliz Nochebuena y Feliz Navidad, aunque estadísticamente  para muchos de ustedes, hoy sea uno más de los 365 ó 366 días del año…