Bilingüismo
He vivido en muchos sitios a lo largo de mis más de 40 años de vida, quizás por eso soy abierto a muchas cosas, y sobre todo estoy en contra de ciertas oposiciones que devalúan la convivencia.
Una de las cosas que menos me gusta es que se usen los idiomas como herramientas de marginación, de división, de clasificación y de ataque.
Aquí en Galicia tenemos la gran suerte de no sólo disponer del español, sino que también tenemos nuestra propia lengua histórica, que es el gallego. Creo que la riqueza y la cultura no se basa en silenciar una frente a la otra, sino saber aprovechar lo mejor de cada una en cada momento y lugar. Esto nos permite tener y mantener nuestras costumbres, nuestras particularidades, nuestra personalidad, nuestra Historia local…
Hay dos tipos de batallas, que en el fondo son la misma, y que se basan en utilizar el arma de la imposición: los unos imponen el español y los otros imponen el gallego, como únicos lenguajes, como excluyentes. Los que imponen el lenguaje lo ven como un arma política, se usa habitualmente algún criterio que a veces no acierto a ver, que es el de la exclusión y quizás el miedo a que el minoritario caiga en el olvido o el mayoritario sea dominante.
Dicen, los que han ido, que si vas a New York (EEUU) te sorprende la grandísima variedad de culturas que se cruzan en una ciudad tan espectacular, pero lo que más he oído de las historias del turismo es la facilidad de encontrar alguien que hable en español o en spanglish (un dialecto que mezcla palabras en español con palabras en inglés) y es algo que nadie mira mal… a pesar de que es un país donde el idioma oficial es el inglés, se consta que crecen los dialectos minoritarios que la gente acaba usando en la calle, con plena libertad.
Aquí ya no sabes dónde vamos a parar porque se han creado algunas corrientes de odio que promueven un idioma mientras que desprecian el otro. Uso el español principalmente, pero de vez en cuando, dependiendo del tema, dependiendo del interlocutor, uso el gallego o conmuto entre ambos, casi instintivamente y muchas veces inconscientemente. Y lo que más me gusta es que a su vez disfruto con la riqueza de que no recuerde si hablé en gallego o español y, a su vez a veces tampoco sepa recordar si me hablaron en español o gallego, porque la naturalidad del diálogo hace que este no tenga que ser forzado, y el cerebro a su vez va liberando las ideas sin preocuparse de la forma. Del mismo modo, esta actuación permite leer o escribir de la misma forma, sin esfuerzos, sin perjuicios, de forma natural. ¿Qué sería más natural que hablar con otra persona sin tener que estar pensando cada palabra que dices y cómo trasladarle cada idea que te viene a la cabeza? De hecho a veces hasta leo textos en inglés, en webs o en libros y no me doy cuenta de que es otro idioma hasta que surge alguna palabra que desconozco en cuyo caso la inercia me hace frenar y reconocer que estoy usando instintivamente un idioma no habitual en mi. Entiendo que es instintivo cuando las ideas vienen directamente a ti al oír, leer, escribir o hablar en ese idioma, transformándose sobre la marcha en ideas y pensamientos sin tener que acudir a un lenguaje intermedio al que tengas que ir traduciendo para asimilar lo que tienes delante.
Bien, en nuestro caso, la idea es que todos conozcamos ambos idiomas sin imposiciones, que ambos de enseñen por igual en las escuelas, desde pequeños, hasta la universidad. De la misma forma, que otras asignaturas se impartan en todos los idiomas que coexistan repartiendo sus horas entre unos y otros, si tener que estar programando si tal o cual asignatura va a ser en tal o cual lengua. Tampoco programando qué días, o qué horarios, unas u otras asignaturas se imparten en uno u otro idioma. Simplemente repartirlas equitativamente en tiempo a lo largo de todo el curso ya que todos tenemos el deber y el derecho de conocerlos, al menos que sea de forma equilibrada.
Así, en la clase de lengua gallega se debe trabajar exclusivamente el gallego y en la clase de lengua española, exclusivamente el español, pero en cualquier otra se impartirán en ambos idiomas de forma natural, permitiendo que cada alumno se exprese como le parezca cómodo y conveniente. Al final somos lo que vemos, y si normalizamos los idiomas no acabaremos viéndolos como un elemento diferenciador, sino como una característica integradora.
Humillando con el lenguaje
Llevo 15 años trabajando y atendiendo a clientes y en todo este tiempo sólo tengo un mal recuerdo. En el uso del idioma, la mayor humillación personal que recuerdo es, trabajando, una vez llamó un cliente y le descolgué, quería información sobre un producto, el cliente me hablaba en gallego y yo respondía, como es habitual en mi, en español, lo cual nunca ha sido obstáculo para otros interlocutores. Quiso que le atendiera en gallego y le dije que no se preocupara que le entendía, que me dijera lo que quisiera y me dijo que él era gallego, que llamaba a una empresa de Galicia y que quería que lo atendiera en gallego y que sino colgaba y llamaba a otro sitio. Personalmente me resultó muy desagradable tener que sentirme obligado a atender a alguien de la forma que esa persona me obligaba, además con presión económica al vincular el éxito de una posible venta a que yo me expresara en la forma que esa persona quería. Entiendo que le pase lo mismo a quien se exprese en gallego, con alguien de Galicia, y le digan que si no manda la información en español no va a haber más comunicación ni interés. A regañadientes, y disgustado internamente, atendí a sus preguntas y al final nunca más volví a saber del cliente pero nunca se me olvidará lo desagradable que fue que me forzaran, innecesariamente pues me constaba que me entendía perfectamente, a utilizar una lengua. Ni los que llaman de otros países y que desconocen nuestros idiomas son tan desagradables en el trato y si a veces no nos entendemos pues nos ponemos de acuerdo aunque sea para mandar un email, un fax o algo escrito o buscamos a alguien que entienda, pero nunca vinculamos el éxito de una relación comercial de este tipo al idioma en el que nos comuniquemos. Y si esto es así, no sé por qué no hacer lo mismo en la vida normal y corriente del día a día…
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